I only feel beautiful when I'm hungry

Si me escuchan llorar, no se alarmen, estoy feliz.
Si me ven ojerosa, no se asusten, estoy luchando.
Si me ven más delgada, no se alejen, estoy camino a la perfección.
Si me ven correr al baño, no me detengan, me estoy limpiando.
Si me desmayo, no me levanten, con la anorexia estoy soñando.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Ilusiones Rotas

Yo creé esta historia para un concurso, espero que les guste
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No planeo narrar una de esas insulsas historias de amor adolecente, aun que en cierta forma tiene que ver con el amor, claro, si es que se le puede llamar amor a aquella obsesión que carcomía por dentro a esas dos jóvenes.

La mayor se llama María, tiene 18 años y está por salir de la escuela. Sus compañeros la describen como una “chica modelo”, no por sus principios, acciones o actitudes, sino por su físico. Alta, de piel blanca, rubia, delgada y de ojos verdes, debido a todo eso, era popular. Dueña de una vida que la mayoría envidia. O al menos hasta el punto que ellos conocen.

La menor se llama Elena, tiene 12 años y es una “alumna modelo”, siempre con las calificaciones más altas, ortografía perfecta, jamás falta a clases, dueña de una vida académica aparentemente envidiable, sólo que nadie la envidiaba. Una marginada, así es como la describían, siempre sola, sentada al fondo del salón. No ve a nadie y nadie quiere verla. Por eso ninguno de ellos sospecha tan siquiera lo que ocurre.

El día de María parte a las siete de la mañana. Pone la música a todo volumen sin importar si molesta a sus vecinos y se da una larga ducha, se viste con la ropa más bonita que pudo haber elegido el día anterior y va hasta la cocina, sus padres están de viaje así que el desayuno depende de ella, se prepara un par de huevos revueltos y un vaso de jugo de naranja, lo come casi atragantándose y mesclando ambos sabores, al terminar, limpia el plato y el vaso minuciosamente, tratando de alargar el momento de la tortura, pero no lo resiste y termina yendo hasta el baño.

El día de Elena comienza a las cinco de la mañana. En silencio sale de su casa y se pone a correr por los alrededores a la máxima velocidad posible, llega a su casa a las seis y se encierra en su cuarto a hacer abdominales, sentadillas y flexiones. Al transcurrir una hora ella se dirige a la ducha y se baña con agua fría para luego vestirse con lo primero que encuentra. Su mamá tuvo que salir temprano a trabajar pero le dejó el desayuno hecho, un tazón de cereal y un vaso de leche, la muchacha arroja la leche por el desagüe y guarda los cereales en una bolsa para lanzarlos a la basura.

María espera con ansias a que suene el timbre mientras habla con sus amigos al fondo del salón. Cuando ya suena ellos salen con rapidez mientras siguen hablando, van a la cafetería y se compran una porción de fideos y un pedazo de pastel. Lo come con rapidez, sin saborear, sólo tragando. Un instante después se empieza a sentir mal, le duele el estómago, ya sabía que ocurría, se excusa para ir al baño y cierra con llave para que nadie la interrumpa.

Lo único que quiere Elena es que no termine la clase para no tener que enfrentarse al mundo real, prefería mil veces estudiar a tener que estar con la posibilidad de que alguien se le acerque. Cuando suena el timbre ella es la última en salir del salón y camina con sigilo hasta unas escaleras escondidas de la escuela, se sienta a leer y trata de no desconcentrarse con los ruidos de los demás niños jugando.

Al salir de la escuela María y sus amigas van a tomar un helado, hablan un rato y luego cada quien se va a su casa, ella corre a más no poder ya que cree que su estómago no va a resistir, saca sus llaves apenas entra al ascensor y trata de abrir la puerta pero el pulso le falla, no logra atinar a poner la llave y se le cayó un par de veces, estaba demasiado nerviosa, al final logra abrir la puerta y cerrando de un portazo va hasta el baño dejando la puerta de este abierta. Terrible error.

Ha llegado el momento que Elena tanto ansía, el salir de clases, para por fin poder dedicarse en lo que queda del día a hacer ejercicio. Se va corriendo desde su escuela hasta su casa y abre con lentitud la puerta de entrada para asegurarse de que no hay nadie, entra y se cambia de ropa por una para hacer deporte, al abrir el portón de la casa puede ver como su mamá aparca el auto enfrente, la joven le sonríe antes de sentir un fuerte mareo. Entonces todo se volvió negro.

Hoy fue que se conocieron, estaban sentadas una junto a la otra, tomándose la mano en forma de apoyo. Se sentían casi como hermanas. Fingían escuchar a aquella mujer de la bata blanca pero estaban más concentradas en hablarse la una a la otra. La mujer se volteó a verlas y les señaló que era su turno, ambas se pusieron de pie y con voz serena, hablaron.

“Hola, mi nombre es María, y soy bulímica”

“Hola, mi nombre es Elena, y soy anoréxica”

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